Huáscar
fue el décimo tercer gobernador inca. Hijo de Huayna Cápac y
de su segunda esposa, la coya Rahua Ocllo.
Este soberano pertenece a la dinastía de los Hanan Cusco y
entre los cincuenta y tantos hijos de su padre, gozaba de prioridad por ser el
único hijo legitimo, por ello heredó la mascapaicha roja que lo acreditaba como
Inca de los cuatro suyos.
Como gobernante. su primera orden fue traer de Quito la
momia de su padre, lo que se hizo en solemne procesión por los orejones, su
hermano bastardo Atahualpa no vino con ella, este hecho molestó a Huáscar y
acuso de ser cómplices a los miembros de la comisión fúnebre y ordenó los
ejecutasen, hecho que disgustó a los Hanan Cusco, puesto que las victimas
pertenecían a su grupo optaron por retirarse del entorno del soberano. Huáscar,
por no quedarse aislado, renegó de su linaje y se acogió a la dinastía
destronada los Hurín Cuscos.
Paralelamente llegaba una Embajada de Atahualpa con órdenes
de acatar, pero dominado por la ira con su hermano por no haberse hecho
presente en forma personal lo acuso de traidor y dispuso que cortasen las
narices de los embajadores y dispuso que volvieran a Quito semidesnudos.
Esta ocurrencia enfureció a Atahualpa y le dio la
oportunidad de mostrar su resentimiento y ambición, declarando la guerra
fraticida, aproximadamente se enfrentaron en 15 batallas ganando en sus malos
Quiteños. Huáscar fue hecho prisionero mediante un ardid ideado por el Gral.
Calcuchimac de los ejércitos de Atahualpa, en su condición de prisionero de
guerra se le obligó a presenciar el aniquilamiento con crueldad de sus súbditos
y seres queridos.
Las versiones oficiales dicen que Huayna Cápac y su ya
nombrado suceror (Ninan Cuyuchi) fallecieron en 1527 de viruela, cuya epidemia
empezaba a brotar por el Norte del imperio ante la llegada de los
conquistadores españoles. Ante este hecho, escoger al nuevo Sapa Inca se hacía
dificil.
Finalmente se decidieron por Huáscar pues éste había sido
nombrado como incap rantin (vicegobernador) de Cusco por el mismo Huayna Cápac.
Muchos pretendieron el trono, entre ellos su hermano
Atahualpa quien terminaría quitándoselo en 1532 y posteriormente acabando con
su vida.
Huáscar nunca estuvo de acuerdo con el testamento de Huayna
Cápac ya que se creía con derecho a heredar todo el Imperio Inca según las
leyes, costumbres y tradiciones incarios. Huascar se enfrentó en 1531 después
de muchos años de paz a su medio hermano Atahualpa, quien también se
consideraba legítimo heredero del trono en la región de Quito. Muy pronto
importantes regiones del imperio fueron sacudidas por sangrientas batallas
entre tropas cusqueñas y quiteñas, que terminaron con la victoria final de los
últimos.
Una vez derrotado el ejército cusqueño, Huascár fue
conducido descalzo y atado del cuello hasta donde se encontraba Atahualpa. Sin
embargo antes de que se encontraran, Atahualpa ordenó la ejecución de Huáscar
en Andamarca. Sus restos fueron arrojados al río Yanamayo.
Atahualpa
Nació en Quito, Perú, en el año 1500. Hijo del emperador
Huayna Cápac y de Túpac Paclla, princesa de Quito, y hermano de Huáscar. Fue
favorecido por su padre, quien, poco antes de morir, en 1525, decidió dejarle
el reino de Quito, la parte septentrional del Imperio Inca, en perjuicio de su
hermanastro Huáscar, el heredero legítimo, al que correspondió el reino de el
Cuzco.
En un inicio las relaciones entre los hermanos eran
pacíficas, sin embargo la ambición de Atahualpa por ampliar sus dominios y la
división del imperio entre ambos hermanos hecha por Huaina-Cápac, provocó el estallido
de la guerra civil.
Atahulpa, contrario a su hermano, recibió la ayuda del
conquistador Francisco Pizarro, la que le permitió vencer a Huáscar en la
batalla de Quipaypán en 1530 siendo apresado a orillas del río Apurimac en su
retirada del Cuzco, proclamándose así, Atahualpa, único emperador del Imperio
Inca. Más tarde ordenó asesinar a familiares y personal de confianza de Huáscar
y traer a este a su presencia en la ciudad de Cajamarca.
Antes de hacer su entrada triunfal en el Cuzco, Atahualpa
recibió la visita de Hernando Pizarro, quien le convenció para asistir a una
entrevista con su hermano Francisco, prometiéndole devolverle el oro y los
bienes sustraídos. El inca confiado por la ayuda recibida de los conquistadores
españoles aceptó, y el 15 de noviembre de 1532, Francisco Pizarro entró en
Cajamarca, al día siguiente Atahualpa entró en la gran plaza de la ciudad,
haciéndose acompañar de un séquito de unos tres o cuatro mil hombres
prácticamente desarmados para sostener el planeado encuentro.
Encuentro con los españoles
Pizarro hombre sagaz y astuto, había apostado de forma
estratégica sus piezas de artillería y escondido parte de sus soldados en las
edificaciones que rodeaban el lugar. En ese encuentro el sacerdote español
Vicente Valverde, quien se había adelantado para saludar al soberano inca, le
exigió su conversión al catolicismo y sometimiento a la autoridad del rey
Carlos I de España, a lo que Atahualpa se negó rotundamente preso de
indignación arrojando al suelo la Biblia ofrecida por el fraile. Pizarro
aprovechó entonces la ocasión para dar la orden a sus soldados embocados de
atacar a los indefensos indígenas con armas de fuego, espadas y hombres a
caballo, la desigual batalla causó una gran masacre, centenares de incas
quedaron muertos en la plaza mientras el soberano fue tomado como rehén por los
españoles y llevado a Amaruhuasi, donde permaneció ocho meses cautivo.
Atahualpa sospechando que sus captores pretendieran
restablecer en el poder a Huáscar, ordenó desde su cautiverio su asesinato.
Para obtener la libertad, el emperador se comprometió a llenar de oro, plata y
piedras preciosas la estancia en la que se hallaba preso, lo que sólo sirvió
para aumentar la codicia de los conquistadores.
El botín fue repartido entre los conquistadores, y Atahualpa
sentenciado a muerte y ejecutado. Los españoles reconocieron entonces a un
noble huascarista llamado Túpac Huallpa como nuevo soberano.